La importancia de la ropa en el empoderamiento femenino

Muchas veces el poder de una persona puede relatarse en la forma con la que viste. La vestimenta de las mujeres ha evolucionado para hacerse de un espacio en una sociedad ,en búsqueda de igualdad como parte de una estrategia para proyectar estatus y poder.

Un poco de historia: figuras imprescindibles del empoderamiento femenino

En los años 80 surgió el “Power Dressing femenino”, una expresión utilizada que describe un estilo de vestir único, que les permitió a las mujeres ratificar su autoridad en el ámbito profesional a través del vestuario. Hasta ese momento el power dressing  significó una forma estilizada, conservadora y tradicional (incluso masculina), influenciada por Chanel y su famoso traje clásico instaurado en los años 20.

Este término surge cuando la mujer busca cambiar los roles de la sociedad, en forma de independencia en un traje que sirviera para salir o trabajar, pensado para acompañar la vida rápida y dinámica de esta mujer.

Yves Saint Laurent fue parte del cambio cuando creó “Le Smoking”, un traje que por primera vez imitaba el del hombre, haciendo de este un hito rebelde en la época.

De la década de los 60 a los 80: el nuevo empoderamiento

En los años 60 y 70 este tipo de vestimenta siguió acompañando al movimiento del feminismo, con trajes cada vez más sofisticados, desde el traje de dos piezas, con líneas cada vez más pulcras.

En los años 80 el cambio fue para los hombres, que ahora no necesitaban llevar trajes pesados, y se inclinaban más por un traje de telas livianas que les permitían andar con más frescura y un toque de despreocupación. Al mismo tiempo la mujer empieza a hacer más robustas las formas con las que viste, con hombros más grandes y telas más gruesas, consigue escalar en puestos importantes logrando mayor igualdad en la sociedad.

¡Pero la evolución de la forma de vestir en las mujeres no queda ahí! Detalles como las prendas Oversize también son sinónimo de poder, el aumentar volumen o usar líneas rectas y geométricas permitían anular las curvas de la mujer, evitando la sexualidad e igualando la imagen del hombre. Sin más: también se pueden utilizar camisas que originalmente fueron pensadas para hombres, empoderándose de una forma mucho más simbólica.

Blusas y camisas: una prenda con poder

Además del traje de pantalón y chaqueta, una prenda poderosa en el empoderamiento femenino es el uso de camisas y blusas.

Hace mucho tiempo la camisa blanca significaba elegancia y estatus social. En los años 90 esto comienza a cambiar, cuando las súper modelos la resignifican como una prenda con poder. La camisa deja de ser un elemento exclusivo de los hombres, para darle una carga significativa a una mujer, que haría esta prenda suya, adaptándola a todos los estilos. Un elemento básico que puede ser usado por todos, haciéndola una prenda democrática.

El empoderamiento femenino va más allá del uso del traje, el fin es utilizar todos los recursos para consolidar a la mujer en el mundo profesional o como parte de una estrategia de imagen pública para lograr igualdad en el día a día.

Actualmente el Power Dressing no necesariamente significa vestir con ropa ancha o cortes rectos; es cualquier tipo de expresión que le permita a la mujer moverse con seguridad, hacia la búsqueda de un lugar en igualdad de condiciones y respeto en esta sociedad.

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